From the stars






Yo un día hace no mucho tiempo tuve una estrella.
Elisa tiene una estrella,¡Qué estupidez! pensaban todos cada vez que lo decía, qué cosa más rara e insulsa, ¡una estrella! ¿quién querría una con todas las que hay en el cielo? pero los niños son crueles muchas veces y no hay que dar mayor importancia a sus palabras, al fin y al cabo son eso, palabras, y yo estaba bien orgullosa de ella y no me importaba en absoluto la gente envidiosa que la miraba con malos ojos, ¿porque sabeís? saberla mía ,mi estrella, era mi consuelo y así sería por siempre jamás.

¿Y qué os podría contar? Pues muchas cosas ¿quién no tiene anécdotas miles de sus mejores años? De ella no podía presumir pues siempre me tomaban por loca o conformista,tampoco podía salir a pasear con ella, ni hacer los deberes o ir de compras, pero ¿Acaso importaba? Ella era lo que más quería, siempre ahí cuando la miraba, haciendome compañía de manera altruista,y lo que más le gustaba hacer, brillar con fuerza, sonriendo con sus dientes de perla, cantándome nanas sin pedir nada a cambio, mientras a mí, me encantaba mirarla, durante horas, entre resoplidos de bebé cansado ¿Y sabeís lo que era mejor aún? como además nadie más podía presumir de ello, me sentía orgullosa y plena de tener la mejor, la más grande, la cosa más preciosa, era dichosa con lo simple en mi inocencia, feliz; al fín y al cabo no en vano fueron buenos años, nunca se borrarán de mí.

¿Y Qué pasó? Pues lo que tenía que pasar, que me acostumbré a ella, pues a lo bueno siempre se acostumbra uno y más a la bondad, y un día la dejé de lado; la aparté y dejé de valorarla. La seguía mirando, de vez en cuándo, y la veía brillar, tan hermosa como siempre: tan brillante, esbelta y cercana, que no la dediqué más importancia de la necesaria, pues total ¿dónde iba a irse? ¡No podía moverse! y además yo ya era mayor para estrellas, tenía mejores planes para mí, tenía que preparar mi futura vida de persona mayor, tenía mucha prisa.

Pero no fue así, lo que yo pensaba jamás sucedió. No se quedó junto a mí, a pesar de mis ruegos infinitos, y un día se apagó -porque lo que nunca nos dicen de pequeños, es que los cuentos no siempre tienen un final feliz, aunque muchos sigamos esperándolo, confiando en la Suprema bondad, en la fé-. Fue tan silenciosa que nadie se enteró, se fue apagando sigilosa, entre susurros y respiraciones lentas y murió, como si nunca hubiera existido, y nunca la volví a ver ¿y sabeís lo peor de todo? que dejó un enorme hueco oscuro, apagado y negro que a partir de ese día se empeñó en perseguirme sin cesar y al que llamé "vacío", que nunca más me abandonó, a pesar de que se lo rogara infinitamente, entre lamentos desesperados. Fíjaos si fue buena mi estrella, que al final se marchó sin rechistar, lo dejó todo ordenado, como si siempre hubiera estado vacío, no chilló ni hizo aspavientos, y y mira que debe doler perder la luz que siempre ha estado ahí. Debe ser como desincharse, horrible, cruel ¿Por qué a los seres bellos les pasan semejantes desgracias?.

Y A partir de entonces, -de ese día que todos y cada uno de mis días recuerdo y recordaré-, cuando cerraba los ojos, la veía desvanecerse de reojo, tal y como sucedió, la veía perder brillo, color y magia día tras día cubierta por un velo de rutina y autoengaño y la eché de menos hasta que se desgastaron mis lágrimas. ¿Pero qué iba a hacer yo? ¿cómo podría asimilar que algún día podría perderla? Era mejor olvidarla y ocultarla, teñirla de una mentira muy fea de color gris y seguir siendo feliz, a fín de cuentas ¿No es esencialmente egoista el ser humano? ¿Quién me iba a pedir cuentas? ¡Todos somos así y la vida es corta!

Pero ahora la quiero aún más, mucho más que antes, porque si que la quería pero no quería quererla. Me olvidé de ella adrede-o lo fingí- porque si lo hacía no tendría que enfrentarme a su pérdida y sería feliz para siempre pues no la echaría en falta-¿Quién echa en falta lo que no tiene?-, lo que no sabía es que después sería peor, inmensamente peor y su ausencia tan enorme como el mismo universo, como el mismo Dios.

Lo se, ¿ahora? ¿De qué sirve ahora? es muy tarde, aunque nunca es tarde si la dicha es buena y os puedo asegurar que la mía lo es. Y recuerdo que era mi estrella y mi corazón se hincha de orgullo con sus recuerdos y de pena, y de triste olvido y de vez en cuando se me escapa una lágrima, y hasta dos y tres, a veces hasta cascadas enteras. Y sobre todo la recuerdo en sueños, despidiéndose bajito, con un susurro, con un adiós camuflado en un hasta luego, pues a fín de cuentas, en el otro lado sigue brillando con fuerza para mí.

"No me olvides nunca"
-¿Cómo podría hacerlo mamá?, hasta el último de mis días, estarás en mi mente. ¿Me prometes que no te marcharás también de allí arriba?





[A Antoine, que me inspiró un día, a mamá, que me inspirará todos los que me quedan)

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