Tengo las paredes llenas de estrellas. Las pegué una tarde, una a una, con mucho cuidado. Estrellas, planetas, soles.

El blanco de la pared me genera ansiedad, un tabula rasa que me mira mientras duermo y por eso pensé que habría que llenarla con ideas, o pequeños cuentos. Así que las estrellas representan eso, sueños, ideas, sobre todo esperanzas. Esperanzas que tuve en algún momento, o que creía tener.

Con el tiempo me he dado cuenta de que yo soy tan falsa como esas pegatinas. Falsa porque no soy de verdad, un ser humano completo. No hay algo o un libro que nos diga qué nos hace completos pero yo desde luego no lo estoy, me falta esa pieza que hace que todo encaje. Me falta el corazón, como al hombre de hojalata.

Tengo esos sueños pero me pongo mis propias piedras para no alcanzar mis metas. No tengo sueños, finjo que lo son pero queman tanto que me da miedo tocarlos. Y eso que los he tenido muy cerca durante mucho tiempo. Sueños, estrellas, pequeñas fantasías. Durante un tiempo soñé tanto que podría haber volado con mi imaginación.

Hoy no. Hoy ya ni siquiera queman y no hay sueños.

Soy la chica con la pared llena de pegatinas. Me creía especial pero hasta eso ha dejado de importar.

A veces te arrancan los sueños a manotazos. A veces tener sueños no significa nada.

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