Reconstrucción



El día era perfecto, no se le podía pedir más: con los primeros rayos cálidos de sol, la brisa fresca de la mañana y tu sonrisa resplandeciente. Tenía que empezar a ver más allá de ese revoltijo de sensaciones dolorosas que no querían borrarse de mi mente, aprender a convivir con ellas porque ya no se irían jamás. Ese pequeño simulacro de felicidad me había dicho muchas cosas, me había dado algo que valorar, en aquel momento tan duro y estaba decidida a hacerle caso, sin olvidarte nunca.

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