It's ridiculous!


Siempre he temido al ridículo y siempre lo he evitado grácilmente, por eso en mi vida no suelo abrir en exceso la boca. Qué simple se siente una, qué pequeña, triste e insignificante en ese tipo de momentos -y eso que yo siempre he tenido un tamaño considerable-, pero en esos casos es como que te encogieran, te disminuyeran, te hicieran casi desaparecer y para el resto del universo fueras aún más nimia de lo que en realidad ya eres, que es mucho.

Pero en fín, no por mucho huir, escapas siempre de todo mal,al final siempre te acabas dando de bruces contra eso de lo que te escondes,como con todas las cosas en la vida. Y Resultó que el ridículo era listo y no solo eso, más rápido de lo que pensaba, aunque menos trágico y me encontró,- vaya si me encontró-, sin esforzarse demasiado, ocasionando un golpe bastante más terrible de lo que en mi ignorancia pensaba, pero que no resultó mortal.

Sobreviví, ¿quién lo hubiera dicho?y aunque con más inseguridad y un escozor permanente en el centro del pecho que me recuerda que no soy infalible aprendí una valiosa lección. Las heridas de guerra tardan en curarse, a veces, ni siquiera desaparecen, no se cierran, pero te hacen fuerte y te recuerdan que ni siquiera una absurda sensación como el ridículo puede echarte atrás, pues a fín de cuentas, nos encuentra a todos, alguna vez...otras incluso podemos provocarle nosotros mismos, y esas resultan de lo más placenteras, sobre todo cuando nadie las espera. Y lo que es más importante, no podemos dejar de vivir, por miedo, y perdernos todas esas cosas buenas y que pueden resultar tan ridículas, al fin y al cabo, si alguien lo puso ahí, es porque debería estar.

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