Querido mentor, Michael

Os prometo que no siempre estoy deprimida. A veces -solo a veces- me acuerdo de lo mucho que me parezco a Michael Scott en la vida real y me entra una oleada de afecto propio. La vida no son las series, pero a mi la ficción muchas veces me da la vida. Es una droga muy efectiva contra la estúpida realidad.
Y ahora estoy feliz, y como Michael olvidó a Jan y encontró a alguien infinitamente mejor, tengo que olvidarme de todo lo malo que me ha pasado los últimos años. ¡Aunque me muera en el intento!. Que el hijoputismo, la maldad y la rabia ajena no determine nuestra vida, por favor. Que aunque haya personas malas, en la vida hay muchas más personas buenas que te incitan a seguir hacia delante. Pudiste hundirme pero ahora, aunque no olvido todo lo malo, te miro desde arriba y no te odio, pero me das pena. ¡Que felicidad da poder reirse con alguien que te quiere de verdad!. Que efectiva terapia es odiar por escrito. Las palabras lo hacen más real. Algún día, volveré a estar completa.

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