No es pedir mucho a un beso, ¿no?.


Blanco tímido, como las comisuras de tus labios y como me imagino está sonando mi corazón ahora mismo, porque no hay nada en el mundo que para mí, suene más limpio y puro. Blanco tímido como las nubes sin forma que coronan ahora mismo mis pensamientos y me envuelven como una niebla extraña que no parece quiera disiparse de momento. Ni siquiera ellas se atreven a tener un color más nítido, a mostrarse del todo. Son como yo.

 Hay colores, y luego están los que tengo ahora mismo dibujados en las pupilas cuando pienso en ti.  Es como si me hubieras descubierto una forma diferente de interpretar el arco irís, como si de repente me hubieras dado una paleta de pinceles que no había visto jamás y me hubieras invitado a dibujar algo que todavía no tengo claro qué es. Aunque tampoco creo que tú lo sepas. O que quieras lo mismo que yo.

¿Pero por qué ahora? ¿no había un momento menos complicado o es que la vida solo se empeña en ponerme la zancadilla?.

De momento voy a ignorarlo, y voy a pretender que todas las dificultades que me planteo son producto de mi imaginación, como solía pasar antes. Voy a fingir que puedo espantar las nubes a manotazos y que tus besos me salvarán de la agonía de la rutina, que me salvarán de todos mis traumas. No es pedir mucho a un beso, ¿no?. Menos a uno tuyo, que más que un beso parece una bomba nuclear.

Y es que no sé, noto algo raro, aunque no quiero pensarlo. En tu respiración irregular y en algunas miradas furtivas que regalas a veces, en las pecas de tu nariz que me dejan hipnotizada, en la forma que tienes de moverte y de tocarme, que me deja paralizada de manos a pies, en tus frases y tu forma de ser. Noto algo que me deja fuera de juego y me dice que tengo que dejar de ser como lo era hasta ese momento.

Te juro que me tocas y es como que el mundo se acaba y no puedo ni moverme, porque me asusta, me asusta hacer algo mal.No estar a la altura, no ser suficiente. Aunque desearía que lo hicieras todo el tiempo a la vez. Que te quedaras ahí, justo apoyando la cabeza contra mi pecho, para siempre. O no siempre, pero sí un rato más largo que me permita descubrirte algo más.

Y....

Me intimidas y me asustas, pero  al tiempo me provocas ternura y una excitación extraña que hormiguea mi piel por todos los lugares imaginables y haces que me tiemblen las piernas. Me das miedo y sin embargo no puedo alejarme aunque finja que estoy en una constelación diferente. Es mentira, intento estar presente, solo tengo mucha vergüenza cuando noto tus ojos posarse sobre mí. Es que no lo soy, no soy suficiente. ni siquiera creo que tenga derecho a estar ahí.

No sé. Me confundes y me desconfundes al mismo tiempo. Me enredas y me desenredas y me planteas cosas que no sabía que ni siquiera estaban ahí hasta ahora. Después de tantos años.

No me gusta nada y al tiempo me gusta que estés ahí. Tan cerca, tan lejos. Tan inimaginable, a veces tan fácil de interpretar.

Y este color blanco tímido que ahora envuelve mis sueños me recuerda otra vez a tus labios. Y no sé, no sé que has hecho, pero cada vez los echo más de menos.

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