Siempre quise...

 Siempre quise ser muchas cosas: actriz, periodista, comentarista de cine...pero desde luego, dentro de ella retahíla de cosas, de deseos, ser madre era una de ellos. 

De pequeña, coleccionaba recortes de bebé de la revista "Chicco" y por algún extraño motivo los amontonaba en carpetas, aunque de alguna manera, ese extraño instinto casi adolescente se mitigó al nacer Fernando cuando yo ya tenía doce años. Como en la novela de Elena Fortún "Celia madrecita", los quehaceres, desde luego pequeños, que nos encomendaba mi madre para con el bebé, quisieron hacerme sentir más próxima a mi hermano, desarrollando un vínculo diferente, que, con la muerte de mamá se fortaleció de alguna manera aún más haciendo desaparecer otras pretensiones. Yo no era como las demás, no quería lo que las demás, tampoco podía exigir lo mismo que el resto. Esa idea siempre ha permanecido en mi cabeza.

Con el tiempo dejé la idea abandonada en un cajón, ya que ni tener pareja ni sueños relacionados con nada estable entraban en mis planes. Encadené relaciones fallidas durante muchos años, porque sabía que iban a fracasar desde el primer momento. Y seguí haciendo lo mismo mucho tiempo después, consciente de que no he nacido para estar atada a nadie y de que muchas veces no estoy a la altura de los estándares normales. Quizá algún día me dé cuenta de lo contrario.

Siempre quise ser muchas cosas y siempre he pensado que algún día se volverían en mi contra. Con todas y cada una de esas cosas que quería , la vida se ha reído de mí. 

Pero hoy, ecógrafo en la mano y con un cachorrillo estirado en una mesa de quirófano he sido consciente de que quizá, no me había planteado bien lo que venía y de que a veces, la vida nos regala giros de guión que nadie habría esperado.

He oído dos corazones. No importa cuando, no importa de quien, tampoco importa el cómo.

Esos corazones crecen bajo mi techo y se quedarán resguardados también en mi pecho.

Quizá no nací para ser madre. Quizá nací para otra cosa. Quizá algún día, quizá no.