Partículas de tiempo.









Se que durante años vagué sin rumbo, dándome cabezazos contra la pared, queriendo lo imposible.
Te veía tan cerca, puro, tan de verdad que inconsciente, decidí ignorar el hecho de que tu orbitabas muy lejos de nuestro planeta.¿Qué era yo en ese momento? ¿Quién me hizo sentir así? ¿De dónde nacía ese amor imposible?

Me convenciste poco a poco de que podrías quererme y me dejé llevar, me diste todo, construiste una casa y al tiempo destrozaste sus cimientos poco a poco, hasta que desapareció mi hogar. Hasta que un día, sin miedo, decidiste borrarme de tu historia, y yo ya no existía, sólo mi sombra que ya no tenía lugar.
Yo iba creciendo, humana y cálida, tú me hacías pequeña y me dejabas de lado. Me abandonabas. Apagabas mi calor. Borrabas mi inocencia. Robabas mi juventud.

Y todo acabó, ni siquiera recuerdo cuándo. Como si alguien hubiera apagado un botón y nosotros no pudiéramos recordar ya nada. Como si hubieran borrado una historia, olvidando una parte fundamental.

Pese a todo consigues volver. Atacándome con fogonazos de recuerdos, borroso y lejano, pero cruel. Mi pecho arde por dentro y me asusta esa extraña sensación de querer volver a un sitio que ya no existe. Que nunca existió. Tengo miedo de esa luz que está tan lejos y que ya no brilla.

Vuelve. El calor. El hormigueo. La hierba fresca que se cuela por las rendijas de mis sandalias y pellizca mi piel, más joven. Un sol que brilla fuerte y vibrante. Y sólo quiero comprobar qué fue de verdad. Que mentira se atrincheró dentro de mi mente y me hizo así. Qué te hizo convertirte en ese monstruo indiferente que a veces visita mis pesadillas, y las convierte en sueños rotos y añoranza.

Fue El tiempo. Sus partículas. La luz de una estrella que se apagó hace muchos años en el universo. Aquel abrazo que se partió en dos en aquella noche fría. Los minutos que tintinean en el reloj y se ríen de nosotros.

Los recuerdos se cuelan por las rendijas de mi cuarto esta tarde de Julio. Hace frío en mi habitación. Leo, y sigo leyendo las cartas que el pasado ha depositado a las puertas de mi memoria. Todo pasa, vamos cambiando, la realidad se distorsiona poco a poco.

Un día, cuándo quede poco no se muy bien para qué, recordaremos todo, tal cuál pasó. El sonido de la nieve cayendo detrás de la ventana, el regusto que deja en la boca la sal del mar y la arena que se clava ardiente en tus pies. Las particulas del tiempo, que flotan sobre nosotros. Cuándo los recuerdos se distorsionen del todo, nosotros desapareceremos.


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