First Chapter




Desperté con las manos temblorosas y un dolor punzante en todas mis extremidades que parecía querer alertarme de que algo no iba bien. No había pasado nada inusual aquella noche, no había salido por ahí más de la cuenta con mis amigas, ni había olvidado borrar conversaciones de whatsapp que quizá no pudieran gustarle a James, simplemente el había llegado demasiado borracho, otra vez, gritando y tambaleándose como un animal herido, y le había molestado enormemente que no hubiera preparado la cena para el, pero es que eran las cuatro de la mañana y me había quedado dormida en la habitación de Lacey, que aún seguía dormitando con la respiración entrecortada y que, gracias al cielo, no se había enterado de nada.

 No podía asumir mi responsabilidad por algo que no comprendía y empezaba a cansarme de que, de un tiempo a esta parte, hubiera asumido la violencia como su respuesta ante todo. Es verdad que tenía mucho estrés en el trabajo, que mi baja por ansiedad empezaba a prolongarse demasiado y que los recortes de la crisis nos hacían vivir muy apretados, a pesar de que el trabajaba en uno de los mejores despachos de abogados de la ciudad. Pero yo no era culpable y su cambio de conducta empezaba a hacerme sentir un miedo que crecía por momentos y que no me ayudaba en absoluto con mi dolencia. No sentirme segura en mi propia casa, la misma que habíamos ahorrado para comprar juntos hace unos años y que tenía el jardín perfecto, las cristaleras transparentes y brillantes, la barbacoa exterior, unas arañas carísimas y dos pisos con escaleras, pero que ahora se tambaleaba por todos los lados y me arrastraba con ella en un viaje mareante.

Me levanté a duras penas, y vi a James con su pelo rubio engominado, el chandal de los fines de semana que le hacía parecer un personaje de una película de Wes Anderson y una sonrisa de oreja a oreja. Tenía el desayuno preparado como señal de disculpa, y su humor había mejorado mucho de buena mañana, hasta el punto de que casi olvidé lo que había pasado el día anterior. Casi. Porque el cuerpo me dolía tanto que era imposible dejar de pensar por un segundo en aquella pelea. Había sido peor que nunca, brutal e intensa, y me preocupaba bastante lo mucho que ese pensamiento empezaba a repetirse en mi mente ¿hasta que punto podíamos llegar?

Depositó un beso en mi frente, me acarició la herida de la frente que examinó con rudeza y se disculpó torpemente.

-Lo siento, preciosa. Ayer se me fue de las manos. 

Y le miré retorciéndome de culpa, porque parte de mi quería creerle, pero aquello había empezado a convertirse en una rutina insufrible y era incapaz de soportar más. Ni siquiera por Lacey que no se merecía vivir en un ambiente así, por mucho amor que hubiera habido al principio y por muy bueno que fuera su padre con ella. ¿Por qué sabéis? Eso es lo más terrible, seguir sintiendo un amor que te ata, te condena y te culpabiliza, saber que en el fondo es posible que el tenga razón, porque ¿como no va a tenerla?con lo provocadora que soy con mis respuestas hirientes, mi rebeldía y mi histeria innata. Quizá debí hacer la cena la noche anterior. quizá hubiera evitado una pelea más si me hubiera esforzado más y Lacey hubiera podido dormir sin discusiones, quizá debiera irme y dejar a la niña con el ya que en el fondo, soy bastante consciente de que no sirvo para nada. Pero eso es otra historia.

Los Domingos ponen el mercado en el centro de la ciudad y aproveché la excusa para salir con Lacey a dar un paseo. Por supuesto, no le dije a James que había quedado con Ruby, porque habría encolerizado.

-¡La loca de tu amiga es una mala influencia para Lacey! ¿Qué quieres que salga igual de puta que ella?

Pero Lacey adoraba a Ruby y sus historias sobre todos los amantes que pasaban por su vida y a los que acababa mandando a la porra porque tenía un terror irracional al compromiso. 


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