Entró en la página con reticencia, y con la misma actitud que quién observa algo brillante en la calle y da por hecho que no es nada de valor, porque todos, absolutamente todos, somos bastante nihilistas en nuestro fuero interno. "No es para mí" observó en voz baja, pero siguió observando, esta vez con cierta admiración e intentando hacer caso omiso a sus prejuicios, enormes prejuicios. 

Echó un vistazo a todos aquellos perfiles, inundados de fotos casi comerciales, en las que todas las personas intentaban vender atributos, quizá verdaderos, quizá ficticios, de su personalidad e incluso anatomía, y sintió algo de repulsión. La naturaleza humana es compleja muchas veces, porque a pesar de todo, no podía dejar de mirar, como quién se queda enfrente de un accidente sin reaccionar de ningún modo.

-¿Qué haces en tinder? .-Masculló su hermana, de forma juiciosa.

Entró silenciosa, por la espalda, y allí se la encontró, engatusada, mirando la pantalla de su teléfono como si fuera la niña de "poltergeist", pero sin la maldición adherida a la película y su reparto.

-Busco al padre de mis hijos y no se me ocurre mejor forma.

-¿Estás de coña?

Movió la cabeza con frustración. 

-Evidentemente, ya estoy caduca para los hijos.

-Imbécil.- Gimió con exasperación.- Tienes treinta años.

-Óvulos lentos. Debería ponérmelo en el perfil que seguro que llama la atención.

-Seguro, sí, a algún imbécil. ¿Para tí todo es un chiste?

-¿Qué hago, lloro? Mejor con humor.

Esta, se atusó el flequillo y le tocó la cabeza, de forma amable.

-Mira, ahí lo único que vas a encontrar son dolores de cabeza, conociéndote.

-¿Por qué soy una obsesiva?

-Porque tienes un TOC sin diagnosticar con el puñetero amor, hermosa.

-Qué bonito, la verdad. Mejor que otra cosa. Además...yo lo que quiero no son precisamente dolores de ese tipo.

Ella carraspeó en un intento por disimular la risa que se escapaba de sus labios, como solía hacer.

-Estás mal ¿eh?

-De siempre. Imbécil se nace.

-Pero... ¿Por qué precisamente ahora?

-Porque si no es ahora...¿cuándo?

No reaccionó, quizá, porque no tenía una respuesta que darle, o porqué tampoco estaba segura de sus intenciones. La miró buscando algún indicio que la revelara si estaba atravesando una crisis vital, pero no lo encontró debajo de todas esas capas de ironía. Aunque siendo del todo honestos, las crisis vitales son habituales en todos los humanos, ya que el mero hecho de vivir, de existir y orbitar en este planeta, es una crisis en sí misma. En realidad es cierto de que muchas veces, el "ahora o nunca", es la mejor máxima.

-¿Y   qué pasó con aquel....chico del que hablamos? -Preguntó con cautela.-

-Me rompió el corazón, como todos.

Se sentó a su lado y le agarró el brazo. Con cuidado. Como si pudiera hacer daño solo por tocarla. En realidad no, el daño ya estaba hecho, ella ya solo podría ayudarla a repararlo.

-Igual porque vas a pecho descubierto y tienes que aprender a disimular. Y eso no lo arregla....esto.- Dijo, señalando la pantalla de su móvil donde todavía flotaban las imágenes dantescas de varios hombres.-

-Igual es eso...o igual, simplemente que no estoy hecha para esto.

-Quizá no tengas que estarlo. Tampoco....no sé, no es importante. -Y lo dijo cabizbaja, como quién se queda sin frases hechas y sin nada que decir.-

Agradeció que le quitara hierro, pero en realidad si lo era, lo era porque arrastraba frustración tras frustración durante mucho tiempo, y porque la soledad, era difícil.

Siguió navegando por internet, durante un buen rato, ahora ajena a las fotografías e inmersa, quizá, en todos los mensajes contradictorios que la sociedad y los años habían depositado en su cabeza, cuando un tintineo la sacó de su ensoñación. Una lucecita y una conversación. 

¿Crees en las casualidades? ¿En las cosas que llegas justo en un momento concreto en el que no las esperas y dan la vuelta a todo lo que tienes a tu alrededor? Yo creo en ellas, precisamente, porque todo pasa por algún motivo, aunque quizá, no sea el esperado.

Y de esta forma, ajena a lo que llegaría, como Pandora después de llegar a la tierra y abrir, sin querer, la dichosa caja, estalló una guerra interna que no esperaba ver llegar y que sin embargo, removió todos sus cimientos sin darle tiempo a prepararse. Y es que...la vida no deja que nos preparemos la mayoría de veces. 

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