Pepa
Esa planta que reposa ahora mustia en el suelo de la cocina, lleva conmigo casi siete años. La recuerdo bien, la compré como un regalo y al final, por algún motivo, me la quedé y la bauticé para mí. Puede parecer una chorrada pero fue el primer ser vivo que tuve entre mis manos. El primer ser vivo que dependía enteramente de mí.
Pepa, con sus esquejes rotos permaneció en tres casas junto a mí. Tres espacios diferentes. Siete años, tres novios, tres rupturas de corazón. No ha aguantado una cuarta casa, y como una metáfora de mi propia vida se debate entre la vida y la muerte mientras sus pequeñas ramitas apuntan al sol. Apenas lo nota, pero se eleva de vez en cuando y recupera su color. Me recuerda a mí cuando sonrío de vez en cuando como intentando fingir que todo va bien mientras todo se rompe por dentro.
Todas las cosas pasan por nuestra vida por algún motivo. Quizá ella y yo seamos lo mismo y estemos rotas, quizá solo haya que tomar una decisión para empezar a florecer de nuevo.
Comentarios
Publicar un comentario