El espectáculo de The Walking dead era premonitorio

 


Creo que cuando compramos aquellas entradas, era la hora de la tarde en la que el sol estaba más alto en el cielo, además el calor era asfixiante. Había varias personas delante de la cola y no paraba de llegar gente a pesar del sol, a pesar de que no había un atisbo de sombra en varios metros a la redonda. Y eso pese a que las atracciones de agua se encontraban a escasos centímetros. Estaban, por cierto, tal cual se encuentran pintadas en mis recuerdos adolescentes: lúgubres, tétricas, mal engrasadas y cubiertas, supongo, con el encanto propio de la nostalgia. Los mejores momentos ya pasaron, tendremos que asumirlo cuando creemos los nuevos en esta segunda parte que empieza ahora. Acabo de decidirlo. Es así. Ya es todo o nada.

Aquel día sabía a lata de tinto de verano y tú olías a casa. A bocadillos en la habitación del hotel. A huesitos de chocolate blanco derretido y a Madrid  y su cielo de agosto. Todos los días deberían saber así, como cuando tienes quince años y el sol brilla todo el rato sin querer.

Yo llevaba un bañador blanco de crochet minúsculo con un escote muy amplio y largo que años atrás me habría escandalizado. Tú, el bañador de gafas verde que compramos otra tarde de calor infernal. No quiero que este recuerdo se pierda mañana, porque en ese momento, durante un breve lapso de tiempo, me sentí la chica más guapa del mundo y eso no pasa jamás. Eso solo lo has conseguido tú, y no es fácil. Incluso así, con los ojos corridos, el pelo mojado y revuelto. El olor a...todas las cosas, a ninguna en realidad. Todo envuelto en las promesas de futuro que llegaron días antes y que no terminaba de creerme del todo. Aún hoy.

-Solo compro estas entradas si me prometes que al final habrá muerte.

-Y si no te matan los zombies te mato yo.- Exclamó el chico joven que, oculto tras la cortina, atendía al público.-

Sonreí y te apreté la mano más fuerte. Esos días tenía miedo todo el rato, estaba inquieta. No quería escuchar esa palabra, pero supongo que entonces te diste cuenta, porque cambiaste de tema rápido.

-Elisa, te vas a cagar.

Seguramente. Estaba escrito en las estrellas de forma más poética.

-Solo si no aparece Rick Grimes. -Sonreí, con la boquita pequeña.-

Paseamos durante un rato, a pesar del calor, por una zona que recreaba un decorado de la serie. Un opel antiguo, cuerpos cubiertos de tela tirados en la sombra, el arrullo del agua de la noria cercana. Caminamos al lado de aquellos zombies hiper realistas y un empleado del parque empezó a arrojar agua sobre los restos de sangre falsa que cubrían las calles. Sentí que aquello me tocaba más de lo que debería. Que de alguna manera era metafórico y los rastros venían de mi propio cuerpo. El agua arrastró consigo algunos malos pensamientos, pero no demasiado tiempo. Las tiritas acaban cediendo siempre.

Entramos.

La antigua casa del terror estaba oscura y olía a naftalina, o algún sucedáneo. Las vigas, la madera del suelo rechinaba con tanta facilidad que resultaba inquietante. No era ambientación, quizá falta de ganas o de ambición.Recuerdo oir voces que contaban una historia, pero no podía oirlas, tan perdida como estaba en mi mente. Las manos que me agarraban por todas partes sin cogerme me hicieron olvidarme, por un momento, de todo, y ello pese a que todo en aquel lugar recordaba a la muerte. Menos mis chillidos y la mano que me clavaste tan fuerte en el costado. Menos los latidos salvajes de mi corazón acelerado y tus risas histéricas.

No era la casa, era todo a mi alrededor, tan ficticio y real al mismo tiempo. Tan paradójicamente premonitorio. Era el último lugar en el que querría estar entonces, y de alguna manera, enfrentarme a aquello me hizo bien. Es estúpido, lo sé.

Cuando salimos, el sol empezaba a ponerse y tú soltaste mi mano. Como todas las cosas aquel momento se evaporó, y con el la felicidad del momento. Todo lo bueno termina y los zombies no parecen tan aterradores cuando tu corazón está así de frío. En realidad, todo se reduce a eso, calma, un corazón en reposo. Miles de pensamientos que me hacen olvidar aquella tarde en el parque de atracciones.


Comentarios

Entradas populares